

Aunque los montes se escondían, reacios, tras un velo de niebla del que apenas se asomaban para espiarnos.
Tuvimos que subir hasta la cima del Petretxema para poder verle la esplada a una de las agujas de Ansabère. Inalcanzable.


Aunque los montes se escondían, reacios, tras un velo de niebla del que apenas se asomaban para espiarnos.
Tuvimos que subir hasta la cima del Petretxema para poder verle la esplada a una de las agujas de Ansabère. Inalcanzable.
Bálsamo de Tigre