11.3.07

Nostalgia

Nuevo ejercicio de nostalgia.

Como supongo que les sucede a la mayoría de los treintañeros -pero además en mi caso multiplicado por el numero de años que llevo viviendo fuera de casa- la edad adulta, la de las responsabilidades y el construir, hace que vea mi infancia con cierta nostalgia.
Es raro el día en el que no me encuentro con algún recuerdo que me transporta a otro tiempo en el que todo parecía mucho mas fácil. Tan sencillo como abrir un cajón en el que hace tiempo que no entra la luz: unas llaves que ya no abren sino recuerdos, un cuaderno con apuntes tomados por un Jaizki ligero de quehaceres y la cabeza llena de ilusión, aquellos cassettes que tanta vueltas dieron hoy descansan inertes y sin esperanza de volver a girar, la calculadora científica...

En Urbasa guardo muchos mas recuerdos que en el cajón, aunque la mayoría no son tangibles, son humo escondido en la niebla de las experiencias que de vez en cuando reconocemos por su olor y si lo seguimos nos lleva irremediablemente a la fuente de calor y de nostalgia.
En Urbasa este humo sale del pinar donde acampábamos con nuestra pequeña caravana y del bar de los Poyo, una mansión/hotel con frontón a la que nunca pudimos entrar, solo estuvimos en la parte destinada al bar y al restaurante. El resto estaba fuera de nuestro alcance, alimentando nuestra imaginación sobre lo que allí habría.

Pues esta vez lo vi.
Entré a través de un hueco en la tapiada fachada principal y no encontré nada, solo recuerdos de algo que nunca vi y la esperanza de volver a ser niño. Estaba vacía, vieja, cansada. Parecía que me había echado de menos, tanto como yo a ella.

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